En la comarca de las Cinco Villas, y en el término municipal de Luesia, a tan sólo 100 Kms. de Zaragoza, podemos disfrutar de la caprichosa forma que adquiere el río Arba de Luesia en el paraje singular del Pozo Pígalo. Rodeado de una frondosa masa forestal, montes y verdes praderas, próximo a la muralla rocosa de la sierra de Santo Domingo, al visitar este paraje tendremos la sensación de estar en otro mundo, extraordinario y cercano.
Observando las imágenes del lugar, creo se hacen innecesarios los comentarios de su gran belleza natural; la cascada, la enorme poza de aguas profundas y cristalinas, la vegetación frondosa y verde, las coloridas flores, el cielo azul; contrastes de color puros que relajarán nuestro ánimo.
No tengo duda de que el Supremo Hacedor colocó en la Tierra un orden natural extraordinario; este orden, al ser admirado y disfrutado, agudiza sin duda nuestros sentidos; hace que quepan en nuestros ojos panoramas inmensos merecedores de ser disfrutados; a veces tan cercanos como el Pozo Pígalo.
Acerquémonos pues al Pígalo en un día de Julio o Agosto, con pleno calor, disfrutemos de lo que la naturaleza nos ofrece, y si tenemos el suficiente coraje, nos zambulliremos en las heladas aguas del Arba de Luesia hasta no sentir las extremidades por la baja temperatura del agua; mucho cuidado con el fuerte contraste de pasar del rabioso sol de verano a la frialdad severa del líquido elemento.
A pesar de ser un enclave natural privilegiado, el Pígalo es un lugar más o menos solitario; puedes encontrar a alguien pero nunca lo he visto con mucha gente; al lado existe un camping solitario ideal para los amantes del campismo, ni ruidos, ni bullicio, ni jaleos......muy bonito y acogedor.
Viajero, caminante, montañista, senderista o andarín; si lo visitas, respétalo como un Templo, nunca dejes huella en la naturaleza, se respetuoso siempre con el entorno, cuida la naturaleza como si fuera tu propiedad, he visto en este lugar algún resto de basura, producto de gentes sin valores, sin respeto y sin escrúpulos; no permitamos llevar a la naturaleza nuestra porquería, que con esa ya convivimos a diario en nuestra ciudad.
Las Cinco Villas: